sábado, 24 de marzo de 2012

Relato corto #1

   -Buenas noches. _su voz sonaba cansada después de un día agotador. No esperó respuesta y se giró para luego sacudir su mano cuando esta llegó.
   Eso es todo lo que su padre y su abuela pueden jurar que pasó aquella noche. Pues ella, conocedora de las consecuencias, no les contó absolutamente nada. No les dijo cómo subió las escaleras más lento de lo normal porque sus estúpidos e incómodos zapatos no eran faciles de manejar. Tampoco cómo, por ir despistada, casi choca con la escultura de medio relieve que está en el amplio pasillo desde que tiene memoria. Ni una palabra sobre la forma en la que abrió la puerta de su habitación, ansiosa. No se lo pensó dos veces y se encaminó hacia su armario. Una vez enfrente de él lo abrió con suma delicadeza para hacer el menor ruído posible. La cortina estaba corrida y permitía que una delgada línea de luz iluminase la estancia, pero aún así veía perfectamente.
   Al igual que no soltó palabra sobre lo anterior, tampoco lo hizo sobre cómo, a continuación, se agachó y extrajo de un doble fondo situado en la parte baja una pequeña caja. Esta era de metal, mas por el acabado y los detalles que lucía se parecía más a la madera. Le hubiera encantado hablarle a su abuela de lo que había en su interior, pero no podía. Quería, con todas sus fuerzas, pero no podía. La abrió con ganas, pues había pasado un mes desde la última vez que lo había hecho. Una sonrisa pícara se dibujó en su cara. Siguió con los dedos el contorno del objeto en cuestión: una daga mediaval que brillaba intensamente.
   -Hola. _la saludó, como a una vieja amiga con la que te reencuentras tras un tiempo.
   Pese a lo que pudiera parecer era suave y agradable al tacto, por lo menos para ella. La observó durante unos segundos hasta que por fin se decidió a levantarse. La guardó con cuidado en la parte trasera de su pantalón y sonrió al hacer contacto la hoja fría con su piel. Sin pensárselo dos veces salió al balcón y miró hacia abajo. La misma altura de siempre: tres pisos. Cogió carrerilla y saltó. Como siempre, y como era de esperar, cayó casi deslizándose, como si fuese un gato.
   Al posar sus pies en el suelo levantó la mirada y pensó lo increíble que sería que alguien la hubiese visto. Le gustaría recibir reconocimiento de vez en cuando. Pero no podía ser, ni una sola palabra. 
   Y mucho menos hablar de lo que se disponía a hacer.
   Salía de caza.
                                             

   Esto lo escribí hace bastante tiempo y he estado hasta ahora buscando la libreta dónde lo tenía escrito. Pero resulta que la tiré y lo que habéis leído es solamente lo que recuerdo de ello. Una pena... No se puede ser más retrasada cabeza hueca que yo >.<
  Siento estar desaparecida pero aunque no siga escribiendo sigo pasándome por aquí y visitando vuestros blogs. No os olvidéis de comentar ^_^

"Si encuentro al misógino que inventó los tacones lo mato".
Robin Williams (Sra. Doubfire)